sábado, 12 de marzo de 2016

Abrió sus ojos

Abrió sus ojos

Abrió sus ojos y miró a su alrededor, se sintió feliz, por todo lo que había logrado, sus hijos repasaban la lección mientras tomaban el desayuno antes de ir al colegio, su marido  siempre la ayuda a terminar de ordenar todo antes de salir a trabajar, juntos tomados de la mano, por la calle

Cerró sus ojos, por un instante.

Abrió sus ojos y miró a su alrededor, se sintió infeliz, ahí estaba sentada en la vereda del local de ropas,  pidiendo unas monedas para darle de comer a sus hijos, de él hace tiempo que no sabe nada y la calle puede ser muy dura.

Stella Maris Leone Geraci
Artista Plástica, Fotógrafa, Escritora




sábado, 13 de febrero de 2016

Por el Campeonato Barrial

Por el Campeonato Barrial

Se jugaba el partido por el Campeonato Barrial, los jugadores estaban listos. eran las 3 de la tarde y hacía mucho calor, pero no importaba, había que jugar el partido si o si, ya habían quedado con los pibes del otro lado de Beiro que les iban a dar su revancha, en la canchita, eran los años 70,  las canchas de fútbol eran, el potrero o la calle, Ellos tenían la suya en el Pasaje Echeverría entre Moliere y Víctor Hugo, ni bien llegaron armaron los arcos, una remera roja y una verde, para los pibes del barrio, una remera azul y una negra para los pibes del otro barrio.

Ningún pibe faltaba al partido, aunque no jugara, el campeonato barrial no se suspendía por nada  y menos cuando era una revancha por el honor de los pibes del barrio, a veces las chicas salían a escondidas de las madres a ver jugar a los chicos, aunque el calor fuera abrazador, pero si en el equipo estaba el chico que te gustaba, hacían lo que fuera, para verlo jugar.

El partido comenzó, llevaban unos minutos jugando cuando uno de los pibes grita -PENAL!!!-, todos se juntaron a discutir si fue penal, que no fue, que...  y justo cuando iban a patear, uno de los chicos grita -AUTO!!!-.  por unos minutos se paró el partido, por ahí un patrullero recorría el barrio, los miraba y sigue su camino por el barrio, aunque los pibes sabían que volvería en 15 minutos, mientras tanto el partido se había reanudado y la pelota seguía esquivando los arcos rojo-verde, azul-negro, en eso se escucha -DEJEN PASAR A LA SEÑORA!!!- y otra vez el partido se detenía, eran las únicas detenciones permitidas, eran las reglas de la calle y esas reglas se respetan, se vuelve a reanudar el partido, cuando los pibes del barrio gritan -GOOOOOOLLLLLLL!!!-,  se unieron en saltos y abrazos, y no faltó la vecina que salió a la vereda con el batón mal abrochado y los hizo callar, los mandó a cada uno a su casa, y le dijo a Carlitos -Voy a hablar con tu Papá-, Carlitos agacho la cabeza, y no dijo nada hasta que la vecina entró a la casa.

Nada importaba, nada de eso iba a detener el partido por el Campeonato Barrial, otro tiro penal, se iba a ejecutar, el arquero estaba preparado, el pibe del otro barrio patea la pelota, con tan mala puntería que entra en una casa, ahora si el partido estaba detenido y no sabían por cuánto tiempo, había que ir a pedir la pelota, primero debían resolver quien lo hacía, hasta que el elegido, era el que pateo la pelota, además era del otro barrio.

Había que tomar coraje, golpear la puerta, nada de timbre, y esperar, volver a intentar y seguir esperando, y cuando la espera se hacía larga, no quedaba otra que trepar por la tapia y gritar -¡SEÑORA LA PELOTA!!!!-. nadie contestaba, mientras el partido seguía suspendido, nuevamente se escuchaba -¡SEÑORA LA PELOTA!!!!- hasta que después de tanto esperar, el partido por el Campeonato Barrial se daba por finalizado, Ella era la única que tenía el poder de suspender el partido, al menos por ese día.

Stella Maris Leone Geraci

Artista Plástica, Fotógrafa, Escritora



miércoles, 3 de febrero de 2016

El viaje

El viaje

Se levantó temprano, tenía un viaje de trabajo, iría y volvería en el día, se termino de vestir, llamo un taxi, miro al amor de su vida dormir, le dio un beso en la mejilla, tomó el ascensor para  esperar el taxi que había pedido por teléfono-.

Llegó al aeropuerto, hizo el Check In, se dispuso a esperar a que llamaran para abordar su vuelo, cuando subió al avión se acomodo, para poder ver a través de la ventanilla, siempre pide ventanilla, le gusta ver la tierra desde el cielo, le gusta ver las nubes de cerca y recordar cuando de niño las hacía con algodón en los dibujos del colegio, nada se comparaba con esa sensación, así que las dos horas de vuelo eran tan cortas, pero tendría su revancha, cuando regresara a casa.

Al llegar a destino, se instaló en el hotel, preparó todo para su presentación, tomó el teléfono, llamó a casa, al celular, nadie respondía, pensó ya es tarde, y si no me apuro yo también voy a llegar tarde. Ya estaba en las oficinas de la empresa, hizo su presentación, luego habló con los directivos, los empleados, fue a almorzar con el dueño de la empresa, por la tarde recorrió las instalaciones, hasta que volvió al hotel.

Intentó comunicarse con su casa, pero la señal del celular había estado caída todo el día, así que se dejo fluir como dicen, sólo esperaba llegar junto a su amor, mientras estaba en el aeropuerto anuncian que el vuelo iba  a tener una demora de dos horas, la señal del celular seguía caída, imagino que en casa se habrían dado cuenta que no podía comunicarse, fue a tomar un café y comenzó a revisar los papeles del día, a escribir algunos borradores, para adelantar el trabajo, hasta que por las pantallas anuncian que podía abordar el avión.

El vuelo fue tranquilo, era una noche estrellada, con cielo azul profundo, mientras miraba por la ventanilla podía ver la tierra, donde por momentos los puntos de luz eran tantos, que tenía la sensación que eran como una gran constelación, una vía láctea de pequeñas luces una al lado de otras agrupadas, sólo que era  en la tierra y no en el universo, imaginaba como sería la vida en cada ciudad por la que el avión pasaba, cuando escucha el anuncio que ya iban a aterrizar, faltaba poco para llegar.

Esperar el equipaje le llevó una hora, busco un taxi y se dirigió a casa, le toco esos taxistas que hablan sin parar, que el gobierno, que el tránsito, que el clima, que la ciudad, que la violencia, que ahora también hacía algunos turnos por la noche, y así fue todo el viaje, hasta que, llego a casa.

Afuera lo esperaba un amigo, lo abrazo, y con una sonrisa en los labios le dijo -¿Qué haces a esta hora acá?-, eran casi las 12 de la noche, su amigo lo miró y le dijo -Necesito que me acompañes a un lugar, ahora-, subieron al auto de su amigo, el viaje fue en total silencio, cuando llegaron, le pidieron que reconociera el cadáver, sólo podía hacerlo un familiar directo, cuando lo descubrieron ahí estaba, era su gran amor, no entendía que había pasado, miró a su  amigo, al enfermero, al oficial de guardia y preguntó -¿Qué paso?-, el oficial de guardia le pregunto -¿Cuál es su relación familiar?, le respondió –Él, es mi esposo-.

Stella Maris Leone Geraci
Artista Plástica, Fotógrafa, Escritora



                                                                                                                       

jueves, 28 de enero de 2016

La cuna vacía

 La cuna vacía

Era 1976, cuando comenzaron los años oscuros en nuestro país, un día que no recuerdo si era verano o invierno, viene el Tío Palito a contarles a la Abuela y a Mamá que habían adoptado a una nena de días, en la Iglesia Evangélica a la que ellos asistían, una mujer de nacionalidad Paraguaya, alegando que no podía quedarse con la criatura, la daba en adopción, según el Tío Palito, ella volvía a su país y firmó unos papeles al Pastor de la Iglesia en el que decía que nunca reclamaría a la nena, ellos siempre quisieron más hijos, la Tía cuando estuvo embarazada de mi primo tuvo varias complicaciones, y no pudieron tener más hijos, la llegada de mi prima trajo alegría a la familia, nosotros no la conocimos enseguida, pasó un  tiempo hasta que vinieron a casa, para que la Abuela la conociera, yo la conocí cuando tenía casi un año de edad, para ese mismo tiempo el Tío Palito desaparece por varios días, no sabíamos nada de él, después de mucho andar, Papá y mi otro tío, logran que les digan que estaba detenido en la Cárcel de Olmos, La Plata, el Tío Palito era personal civil en una comisaría de San Isidro y tenía una relación “amorosa” con la esposa del comisario, él los descubrió, a ella no se que le paso, pero al Tío le inició una causa falsa y terminó en Olmos, en eso tiempos no era fácil comunicarse con la familia y debido a su situación no se le permitía hacer llamadas, después vinieron los abogados, las visitas al penal.

Así fue como conocí a mi prima, la tía la dejaba al cuidado de Mamá y ella iba a Olmos a veces acompañada por mi tío, otras por Papá, a pesar de la situación en la que se encontraba el Tío Palito, finalmente el juez les dio la tenencia permanente de mi prima, algo que Mamá creía imposible; a finales de 1977, en una amnistía que hizo el gobierno, el Tío Palito fue liberado, llegó a casa de madrugada, yo los escuche hablar toda la noche, para esa época nosotros vivíamos en casa de la Abuela, después Papá lo llevó hasta su casa en el conurbano, recuerdo durante el año que estuvo en Olmos, una vez al mes era ir a ver al Tío y llevarle lo que necesitaba, hasta yo fui una vez a verlo a la cárcel, con Mamá pasamos por la requisa que le hacían a las mujeres, donde lo vimos era en un pabellón común junto a los otros presos, unos al lado de otro, más los guardia cárceles muy bien armados; hoy que lo veo a la distancia me pregunto cuanto de ellos recuperaron su libertad, algo que llamó mi atención cuando estábamos afuera esperando para entrar eran los carteles que decían que “liberen a los presos políticos”, yo era una nena de 11 años, con padres trabajadores que poco entendían lo que pasaba; por las tardes a veces venía alguna visita a casa y hablaban con la Abuela y Mamá delante de mí sobre algún familiar o conocido de ellos, en ese momento había tomado una actitud la de escuchar y no hacer preguntas, seguía haciendo la tarea, de esa manera, cuando volvieran, seguirían hablando delante mío, todos esos relatos los fui guardando en mi memoria, algo en ellos me intrigaba y sabía que algún día iba a encontrar la respuesta.
Después que el Tío Palito salió de la cárcel nunca más volví a ver a mi prima, llego la adolescencia y los años oscuros seguían marcando el camino, antes escuchaba cosas, ahora veía cosas y siempre seguía en la misma actitud de observadora pasiva, en el 82, Malvinas, nos golpeó mucho a los pibes de mi edad, a finales de ese año ya se hablaba de votar y también se empezó a hablar públicamente de los desaparecidos, eso hizo que yo prestara más atención al entorno, las madres, las abuelas de plaza de mayo, con la llegada de la democracia en el 83, ya vivíamos en nuestra casa, yo trabajaba en una oficina, los años oscuros quedaron atrás y muchos secretos guardados bajo siete llaves comenzaron a salir, la verdad empezó a golpearnos en la cara a muchos Argentinos, cada noticia traía a la luz un recuerdo guardado en mi memoria, las historias del familiar de alguien desaparecido, algunos compañeritos que no volví a ver, de un día a otro, las requisas que nos hacían en los colectivos a los pibes de colegio, nos hacían bajar y a veces algunos no volvían a subir, todo eso guardado en mi memoria ahora tenía otro sentido.

Mamá que era una mujer simple, con la sabiduría que da la vida, los conocimientos adquiridos que vienen en el ADN, esos que no se obtienen con libros y estudios, una tarde cuando volví del trabajo, mientras las dos tomábamos unos mates y veíamos la tele, en el programa hablan sobre la apropiación de bebés en tiempos de la dictadura, como se los quitaban a sus madres, y se los entregaban a otras familias, es en ese momento que Mamá me dice -Tu prima no será hija de desaparecidos-; el silencio llenó la cocina donde estábamos tomando mate, hasta el televisor pareció enmudecer, me quede mirándola por un rato y después como si fuera una niña que busca la respuesta, esa que le diga “son cosas de tu madre” como siempre dicen las madres ante algún pensamiento dicho en voz alta,  sólo pude decirle, preguntarle, hasta con inocencia, con casi 20 años, todavía me resistía a esa afirmación -¿vos crees?-, me miró a los ojos, con esa mirada tranquila, su forma serena de ser y como quien sabía algo que iba más allá del propio conocimiento primario, me responde -las fechas, como fue adoptada, como les dieron la tenencia, todo coincide-.

A mi prima nunca más la vimos después de esos días que la tía la traía para ir a Olmos, ni cuando murió la Abuela vino y eso fue a principios de los 80, lo poco o mucho que sabíamos de ella, era por el Tío Palito, cuando contaba sobre mi primo y ella; cada vez que una noticia, sobre nietos recuperados se daba a conocer  y si era una niña, Mamá prestaba mucha atención al tema, siempre creía que una de las nietas recuperadas sería ella y que la familia se vería involucrada, creo que Mamá tenía miedo a ver el nombre de su familia relacionado con algo de la dictadura.

Con la muerte de Mamá yo deje de tener trato con el Tío Palito, pero al igual que Mamá siempre que un nieto es recuperado, estoy atenta a las noticias, ella decía -que si alguna vez la duda la toca, se hará los estudios de ADN, para quitar la duda, sobre su origen-; lo real es que hay una cuna vacía que busca ser ocupada por su
destinatario original, a ese que le privaron sus sueños reales, les dieron otros, con otra cuna, otros sueños y otras esperanzas.

Stella Maris Leone Geraci
Artista Plástica, Fotógrafa, Escritora